Cuentito sobre mi garganta, otra, vez.

La autora de esto... un blog.
En un extraño desarrollo de los eventos, volví a mi casa el pasado miércoles sin voz. En el colectivo de vuelta al hogar estaba todo bien, y paulatinamente en esas 4 cuadras que me separan desde la parada hasta mi casa, sentí un dolor que aumentaba hasta llegar a ser excesivo en mi garganta. Más allá de mis varias anginas en la vida, ninguna fue hasta ahora, tan repentina. La fiebre me vino a visitar al día siguiente y se llevo parte de mi productividad matutina, para culminar en inutilidad tarde/nocturna.
Los síntomas de siempre, garganta roja, voz del padrino, y ese leve dolor en la nuca que te dice que desde los 37° se ha pasado a los 37.6° y más tarde un triunfal (sin tanta gloria) 38° que te deja en cama, pensando en días mejores cuando hablar era lindo y no una tortura acompañada por un mareo y exceso de frío. Si, estoy exagerando, todo fue llevado con mucho humor (dicese de mis padres riendose de mi voz al mismo tiempo que sintiendo pena). Lo que si, no esperaba, fue este extraño calor/ardor/se me quema la nariz, en la nariz. Bien adentro siento un ardor rayano en lo ridículo. No quiero parecer totalmente patética pero me estoy poniendo agua (por afuera claramente) cada unos mmm, 10 segundos ¡El agua se evapora! como si nada, falta que salga humito. Tengo la nariz mas caliente que la cara, mas caliente que todo mi cuerpo, no solo arde hablar, arde respirar.
Tengo que dejarlos voy a meter mi cara en agua urgentemente. Feliz fin de semana!

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