Melodías viejas.
Y nos dijimos "un baile más".
Entre vueltas, pisadas y perfume, recorrimos el resto de la pista. Quedamos arrinconados entre dos mesas ya vacías cada uno mirando sobre el hombro del otro. Me susurró al oído que el tenía intenciones para con migo, que lo acepte y lo haga feliz “el hombre mas feliz de la tierra” dijo. No conseguía verlo a los ojos, quería saber si era verdad, si el amor que me profesaba era real y no solo algo por conveniencia ¡vamos que no tengo tanto dinero! ¿qué puedo ofrecerle que él ya no tenga? No, tiene que ser otras cosa. Me comentaron cierta vez que en la pupila se puede ver lo mas profundo del alma por medio de un destello.
¿Cuanto le pagan al clarinetista para quedarse hasta tan tarde? ¡Que se vaya ya! No puedo verlo tocar como si no pasara nada. El está ahí parado moviéndose al ritmo de la música para los cuatro parejas que quedan. Los pies empiezan a doler por el calzado, el viernes pasado para estas horas los zapatos junto con el clarinete estaban tirados en el piso y la única música eran nuestras respiraciones y creanme que tenían su propio ritmo. Botón, botón, botón, hebillas que sujetan medias, calzado. El collar, el collar no está ¡no está!
Vi a mi aventura tocando la música vieja con mi joya en la muñeca y mi pareja me preguntó si me haría suya. Con una caja de terciopelo abierta se puso en una rodilla y pronunció las palabras. La noche ya acababa, lo tomé de la mano y le dije “Acepto” antes si quiera de verlo a los ojos. Tiene dinero pensé… Me pregunto si abrirán el viernes que viene.
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