Una historia corta.
Nos conocimos en una parada de colectivo, nos miramos y cuando nuestros ojos se cruzaron veloces ocultamos nuestros rostros del otro. Pelo castaño, campera de cuero, barba y ojos marrones. Me hacía la graciosa hablando con mi mamá, me faltaban plumas que completaran el acto de pavoneo. Y él me sonreía. Supuse que cuando subiéramos la colectivo me hablaría. Armada de valor abordé esos dos escalones, pero nada, no cruzamos palabra hasta que se bajó en Acoyte y me saludó desde la vereda.
El colectivo siguió su camino y al tiempo seguramente los dos nos olvidamos.
Hay que escribir antes de que la gente caiga en el olvido.
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